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miércoles, 30 de diciembre de 2009

Una tarea nada fácil

“El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira”. (William Arthur Ward)

La historia del cine está plagada de referencias a la educación y a sus protagonistas. Tanto estudiantes como profesores han sido carne de celuloide en el último siglo, viviendo las más disparatadas, terroríficas, enternecedoras o románticas situaciones. No obstante, siempre nos es más fácil recordar a aquellos educadores que, de una forma u otra, han motivado a sus alumnos a luchar contra la adversidad, a ser fieles a sus valores, a ser valientes.

Ha habido muchos otros profesores cuya vocación o el camino que han elegido para educar están profundamente equivocados, lo que los lleva a traspasar los límites que la moral social impone, teniendo que pagar sus faltas con dolorosas sanciones. Lo que sí es igual para todos los educadores, buenos y malos, es que cuando se les juzga, no hay medias tintas: o se les ensalza a lo más alto o se les condena a la mayor de las miserias. Es el precio que se paga al jugar con las mentes del futuro.

El educador mediocre habla
En su última película como directora, Barbra Streisand toca de soslayo el tema de la educación universitaria, y es así porque el hecho de que sus protagonistas sean profesores solamente es una excusa para explicarnos la forma en que se comportarán a lo largo del metraje. En El amor tiene dos caras (The mirror has two faces, 1996), Jeff Bridges interpreta a Gregory Larkin, un hombre maduro e inexperto en las relaciones románticas que descubre las ventajas del amor sin sexo. Si en su vida personal, entonces, es bastante aburrido, la directora nos lo representa incluso peor en una de sus clases: completamente aislado de sus alumnos, concentrado en sus propias elucubraciones y sin ningún tipo de empatía hacia sus oyentes, quienes se duermen al ritmo de largas y engorrosas fórmulas matemáticas. Su vida no tiene más emoción que una gigantesca sucesión de números, incógnitas y signos.

Quizás algo parecido le ocurre a Richard Jenkins en The visitor (Thomas McCarthy, 2007), quien tras enviudar, ha perdido todo interés por la enseñanza, aborrece a sus alumnos, no quiere participar en algunas de sus obligaciones y apenas quiere mantener el contacto con un mundo que le resulta hostil. Sin embargo, la vida del profesor Walter Vale –papel que le valió su primera nominación al Oscar- todavía tiene mucho que entregar, pero lo hará fuera de las aulas, en lo que el cliché nos lleva a llamar “la escuela de la vida”. Será el mismo profesor quien aprenda nuevos valores que nunca hubiese descubierto protegido en su mundo universitario.

Invaluable es su breve monólogo frente a los guardias de Inmigración cuando grita: “No somos niños indefensos”, frase que encierra una dura crítica a la política del miedo que se ejerce en Estados Unidos en materia de Seguridad Nacional, a todo un sistema que se llama a sí mismo democrático. Pero lo más duro no es la idea en sí, sino que ella viene desde dentro, desde la clase intelectual, desde una persona “pensante”, algo muy poco usual en el cine americano.

El mundo de las pizarras y los libros, no obstante, se convierte en un terreno dificultoso para el desarrollo de los jóvenes y para el desempeño de los educadores. Sin ir más lejos, el director Richard Eyre nos traslada en Diario de un escándalo (Notes on a Scandal, 2006) a una escuela inglesa donde las pasiones se desatan en todos los sentidos. De la misma forma en que vemos a una odiada y amarga profesora a punto de jubilarse (Judi Dench), encontramos a la apetecible, deseada y recién llegada Sheba Hart (Cate Blanchett), quien se dejará seducir por la juventud e ímpetu de uno de sus estudiantes.

Ninguna de ellas es brillante como maestra, aunque son buenas en lo que hacen. A una le faltan tablas y disciplina, mientras que la otra carece de gracia, capacidad de adaptación y de simpatía. Judi Dench –en el papel de Barbara Covett- es tan incapaz de bajar de su autoconstruido pedestal, que no se da cuenta de los cambios en las costumbres juveniles y en la necesidad de renovarse a sí misma para mantenerse vigente. Por el contrario, Cate Blanchett es capaz de transgredir sus propios principios y ponerse en peligro ante su incapacidad de ejercer una autoridad de la que carece por completo. Las palabras de ambas en el mundo educativo son tan vacías como sus propias vidas.

El duelo entre tales fuerzas de la naturaleza, entre dos bestias interpretativas, se salda con un drama de proporciones, en el cual somos testigos del hundimiento de la figura de ambas profesoras al más profundo de los infiernos, sin posibilidad alguna de salvación. El entorno del colegio –que funciona como un diverso y reducido entorno social- será el encargado de juzgarlas, ponerlas en jaque y derrotarlas en un par de jugadas.

El gran educador inspira
Ya lo vimos en El club de los poetas muertos (Dead poets society, Peter Weir, 1989). El profesor que es capaz de treparse a las mesas, de gritar, de emocionarse y emocionar es el que realmente enseña. Se le podrá juzgar de forma errónea, pero su huella se extenderá más allá de lo imaginable.

La imagen se repite, en cierto modo, en Cadena de favores (Pay it forward, Mimi Leder, 2000) donde Kevin Spacey ejerce de un profesor que invita a sus jóvenes estudiantes a realizar un proyecto. Como era de esperar, la idea de Haley Joel Osment de crear una “cadena de favores”, termina traspasando todas las fronteras en uno de los finales más lacrimógenos de la última década.

Por su parte, Barbra Streisand se reservó en su película de 1996 el papel de Maestra con mayúsculas, de la gran oradora, de una especie de gurú entre sus estudiantes. Vemos como una Rose Morgan bastante poco agraciada, se transforma en una deslumbrante especie de líder motivacional innato: su auditorio está repleto; la gente participa, ríe, se emociona. Su inspiración traspasa la literatura, la filosofía, la historia y los arquetipos para decir, terrenalmente, que la gente está dispuesta a enamorarse una y otra vez simplemente porque –parafraseando a la actriz- “se siente jodidamente bien”. Nada más universal que el amor para conquistar a su público y un personaje hecho a su medida para lucirse.

Educadores muy dispares todos, pero con un eje común que los mueve: la pasión o la falta de ella. Algunos la utilizan para potenciar su talento y otros, para perder la poca vocación o dignidad que les quedaba. Siempre se ha dicho que para ser profesor hay que tener un ego importante –sino de qué otra forma tendrías el valor de enseñar a los demás-, pero el ego sin un sólido cable a tierra no es más que dinamita a punto de estallar.

Los buenos profesores inspiran, los malos te condenan, los mediocres sólo hablan sin decir nada y hay educadores que no explican ni demuestran muchas cosas. Lo que sí queda claro es que ser profesor en el cine no es tarea fácil y que, para demostrar su valía hará falta sacrificar algo o a alguien: su carrera profesional, su familia, el amor o, incluso, a uno de sus propios alumnos. Y en caso de que queramos un final feliz, simplemente hay que ser Barbra Streisand.

PUBLICADO EN LA REVISTA "VERSIÓN ORIGINAL" DE DICIEMBRE 2009, DEDICADO A LOS PROFESORES EN EL CINE
martes, 8 de diciembre de 2009

"En la cama" (2005)

"En la cama" (Matías Bize. Chile, Alemania. 2005) nos demuestra que es viable sostener un guión con dos personajes durante casi 1 hora y media, sin que ello implique un desgaste significativo del ritmo o del interés que pueden despertar sus protagonistas. Además, la cama como escenario da juego a una suerte innumerable de posturas y dinámicas que, con sexo o sin él, permiten asomarnos un poco a las vidas de Daniela (Blanca Lewin) y Bruno (Gonzalo Valenzuela), dos casi desconocidos que acaban la noche en un motel dando rienda suelta a una pasión que dejará huella.
La película es sexual sin ser explícita; es humana sin caer en la sensiblería; es real con muchos tintes de fantasía. Tiene algo de desparpajo y es, a la vez, muy pacata, siempre como juego de la dualidad de sus personajes: son tan abiertos y desenfadados en lo físico, pero muy cuidadosos y reservados en lo que concierne a sus sentimientos. Quizás un poco como todos, que muchas veces damos una imagen de absoluta seguridad, cuando por dentro no dejamos de temblar de miedo y desesperación frente a aquello que nos aterroriza. Además, muchas relaciones humanas son así: superficiales y químicas, más que profundas y complejas.
Lewin y Valenzuela, dos actores curtidos principalmente en televisión, pero con presencia también en teatro, se complementan perfectamente y hacen de su "relación" algo creíble, cuando no resulta tarea fácil jugar con los mínimos elementos de atrezo y darle consistencia a un entorno casi desnudo.
Si bien el guión está bien hecho y los diálogos son muy cotidianos, a ratos suena cursi y pierde una frescura que la podría haber convertido en la hermana "desinhibida" de "Antes del amanecer" (Richard Linklater, 1995), guardando las distancias.
Creo que Bize tiene una buena mano para contar historias. Ayer, de hecho, también vi uno de sus cortos ("Llamando", 2005, con una magnífica Elena Corredera), que resultó ser una grata sorpresa. Pero quizás le faltó un poco más de atrevimiento, de llegar un poco más adentro de sus personajes. De todas formas, es una buena razón para convencerse de las buenas ideas que se están contando en la parte baja de Sudamérica.
domingo, 6 de diciembre de 2009

"Jennifer's body" (2009)


No tenía ninguna expectativa sobre esta película más allá de saber qué haría la guionista Diablo Cody después de la encantadora "Juno" (2007) y de la genial serie de televisión "United States of Tara" (2009). Un film de "terror adolescente" -aunque no al uso-, una Megan Fox más llamativa que talentosa y un argumento que, si bien prometía originalidad en el planteamiento, no me terminaba de convencer.
¿El resultado? Me he quedado convencido: Diablo Cody tiene cosas que contar y lo hace de una manera desenfadada, graciosa y con mucha ironía, quizás es la seguridad que da el haber vuelto de un lugar poco agradable y haber triunfado.
Jennifer (Fox) que da título a la cinta, es una jovencita erotizada y conciente de sus armas, que va por la vida arrasando con su belleza, acompañada de su fiel y desmejorada amiga Needy (Amanda Seyfried, la rubia hija de Meryl Streep en "Mamma mia!"), hasta que se desata la tragedia: Jennifer es sacrificada en un ritual satánico por un grupo de rock, pensando que la víctima era virgen. Craso error, porque la post-adolescente experimentada se convertirá en un demonio sediento de sangre.
Bien contada y estructurada, y sin pretender convertirse en un referente del cine de terror o de las sagas adolescentes o de la tan manoseada moda zombie, la película dirigida por Karyn Kusama (Aeon Flux, 2005) se transforma en una bocanada de aire fresco, en una versión muy hormonada y MTV de Carrie, que no deja mal sabor de boca.

Mucho humor del negro, un par de protagonistas explosivas y un rato de entretenimiento a veces son una buena excusa para pasar algo menos de dos horas frente a la pantalla, más aún cuando las sorpresas se suceden una tras otra. Y todavía más cuando vemos que hay alguien capaz de romper algunos esquemas muy típicos del cine americano. Diablo Cody, sigues teniendo mi voto de confianza, pero todavía puedes sorprenderme mucho más.

"Un lugar donde quedarse" (2009)

Sam Mendes, director de American Beauty y Revolutionary Road, sigue la línea de estas dos películas en su viaje hacia un Estados Unidos profundo, frágil, lleno de dudas, en el terreno que quizás más flaquea: la familia, el individuo y la paz con uno mismo.

Si en American Beauty todo parecía forzado, a ratos evidentemente ridículo y fuera de lugar, en Revolutionary Road todo era más pausado, más preciso, más consistente y mucho más crítico, pero sin caer en la vana provocación de una cinta sobrevalorada, pero que dio sustento suficiente al director para continuar con esa búsqueda iniciada. Pero en "Un lugar donde quedarse" (Away we go, 2009), Mendes se libera de toda la carga dramática excesiva, de las tensiones, de las palabras ahogadas y se lanza de lleno a un guión lleno de guiños a lo cotidiano, a lo más cercano, a aquellos lugares en los que todos hemos estado alguna vez.


Verona (Maya Rudolph) y Burt (John Krasinski) son una tierna pareja, a punto de estrenarse como padres, que busca su lugar en el mundo para la nueva etapa que se les presenta. Si bien su viaje se convierte más en una investigación antropológica de las tendencias actuales: los padres liberados, los "no contaminados", los asumidos/felices y las familias rotas, terminan por descubrir que su lugar en el mundo es aquel en el que se sienten cómodos y donde estén dispuestos a echar raíces o a recupar las que habían perdido.
Trabajada sobre diálogos simples, imágenes de postal y con un ritmo adecuado para paladearla cuidadosamente, Mendes sorprende por varias cosas: tiene una forma muy particular de contar las historias y sus motivaciones son muy evidentes, pero muchas veces falla en la falta de "chispa" (por decirlo de alguna forma), porque no traspasa la formalidad en ninguno de sus trabajos, es totalmente parco y sobrio. No creo que eso sea malo, pero siempre hay que estar dispuestos a correr pequeños riesgos, más aún si se tiene la reputación del director.
Muy buena química entre la pareja protagonista y un reparto de secundarios muy conocidos: Catherine O'Hara (la madre de Macaulay Culkin en "Solo en casa"), Jeff Daniels, Allison Janney (vista en "The west wing", "Hairspray" o "Juno"), Maggie Gyllenhaal y Chris Messina.
Tierna, con tintes cómicos y una pausa que sólo da la madurez, "Un lugar donde quedarse" es una gran ocasión para dejarse conquistar por la sencillez y el talento de las películas alejadas de los grandes escenarios y de los efectos especiales, con un Sam Mendes que cada vez huele más a "indie".

"Mi vida en ruinas" (2009)

Originalmente pensada como una secuela de "Mi gran boda griega" (My big fat greek wedding, 2002) según los comentarios que circulaban en la prensa y en Internet hace algunos años, "Mi vida en ruinas" (My life in ruins, 2009) se separa de su referente en pequeños detalles, pero bebe de aquellos frescos detalles que la convirtieron en una delicia cómica inofensiva, aunque sin la sorpresa ni su encanto natural.
Con esto no digo que la nueva película de Nia Vardalos no tenga su propio encanto, pero se nota que sus manos no pasaron por un guión plagados de clichés ya vistos, de gags muy esperados y de unos arquetipos manoseados hasta la saciedad en las comedias modernas.
La historia nos lleva a Grecia, donde Georgia (Vardalos) es una aburrida e insatisfecha guía turística. Pero nada más comenzar su andadura, ya se sabe por dónde van los tiros. Al menos eso me pasó a mí, más acostumbrado a este género. Desde ahí y gracias a un variopinto grupo de personajes, las cosas dejarán de ser tan malas, el amor ocupará el lugar que debe tener y final feliz edulcorado y asegurado.
Muchos guiños a las "típicas costumbres griegas" vistas desde fuera, que más que graciosas a veces resultan ridículas e imagino que hasta ofensivas. Pero no importa, el cine americano se puede tomar esas licencias sin ningún miramiento. Incluso, con algo de ingeniudad, parece reírse de su propia gente, aunque sólo sea un poco.
En el reparto, además de Richard Dreyfuss y Rita Wilson, encontramos a María Adánez y a María Botto y a una larga lista de rostros familiares en la televisión española: María Ripalda, Nacho Pérez, José Sacristán o María José Goyanes.

Simpática, demasiado liviana quizás, pero con una protagonista que, a mi gusto, tiene mucho ángel desaprovechado. "Mi vida en ruinas" es, además, una excelente postal de las vacaciones que todos queremos tener en Grecia, más aún, en medio de este frío otoñal que nos acompaña.
lunes, 23 de noviembre de 2009

Wall.E: La condición humana y la ecuación del romance


Ciertamente se ha dicho todo, o casi, sobre Wall.E (2008) desde su estreno el verano pasado. Sin embargo, no hay mejor ejercicio crítico que detenerse en las obras de arte, para ser capaces de observarlas hasta haber conseguido, al menos, vislumbrar parte de su grandeza.

La cinta animada de Pixar, quizás una de las más llamativas en cuanto a la calidad y tratamiento de las imágenes, será recordada por muchas cosas, como pueden ser los primeros 30 minutos de metraje, producidos con un nivel de maestría tal, que más de uno dudamos de si no nos habíamos equivocado de sala y estábamos viendo escenas reales de un planeta Tierra, desolado y descolorido. Además, prácticamente sin diálogos, algo impensable en una industria que se caracteriza por cuidar hasta el detalle más ínfimo para que todo sea un potencial producto. Y qué decir, que no sepamos ya, del sonido, de la cuidada producción o de sus muchas posibles lecturas –pese a que su director afirma fehacientemente que nunca pensó en los subtextos del guión-.

No obstante, el mayor logro de Wall.E radica en que, en cuanto a la imaginería robótica a la que estábamos acostumbrados, marca un antes y un después en la creación, en la emotividad, en la humanidad y en la simpleza, extensible a todo el proceso productivo.

Claro heredero de su símil en Cortocircuito (Short Circuit, 1986) y con cierto aroma a los “monstruos” o seres no humanos que ya hemos visto en otras producciones infantiles, nuestro robot no es más que una pequeña caja con unos prismáticos por ojos. No requiere de alta tecnología ni de mecánicas extensiones para convertirse en protagonista. Incluso su pareja en la ficción, Eva –quintaesencia de la técnica avanzada-, tiene unas líneas tan simples, que la llegamos a considerar una más de los no evolucionados, otra entre los “defectuosos” que ponen en peligro la apatía y la ignorancia humana, logrando su cometido sin efectismos ni artificios.

Me aventuro a creer que en la génesis de esta cinta se pensó en estructurar la producción global alrededor de la máxima consigna de la elegancia: “menos es más”. No hay sobrecarga de personajes (prácticamente conocemos los nombres de los protagonistas y alguno más), los logrados escenarios son tan reales como escasos (la tierra polvorienta, el infinito espacio y el crucero espacial), y no nos incitan al hastío con demenciales canciones, imposibles coreografías o inútiles minutos de acción pixelada.

Pero lo que más agradecemos es que no nos agotan con las profundas teorías revisionistas de la relación entre el hombre y la máquina, o las ideas conspiracionistas sobre quién controlaría el mundo en los próximos siglos; o, simplemente, con las traumáticas experiencias de robots demasiado humanos (y viceversa).

No puedo dejar de pensar, automáticamente, en otros famosos androides o robots de la historia del Séptimo Arte: C3PO, los mismos protagonistas de la película Robots (2005), incluso el personaje de Robocop. Todos ellos, pese a sus profundas diferencias, tenían mucho de humanos en la forma, en la comunicación a través de un lenguaje definido, en ciertas muestras de emotividad o reacciones ante determinados estímulos. Incluso los ordenadores cobraban vida propia, se les humanizaba en lo bueno o en lo malo.

Sin embargo, Wall.E es diferente. Y no lo digo con la intención de deshumanizarlo, que creo que sería un crimen; sino porque, desde su propia esencia robótica, se le ha dado un toque de condición humana que va mucho más allá de algo estético. En lo físico, es tan simple y básico, que es imposible asociarlo a un individuo de carne y hueso. Pero en lo emocional es casi tanto o más complejo que cualquiera de nosotros.

Ya no es una mera caricatura de un hombre y su mundo interior, si no que es todo un entramado de sensibilidad, de fragilidad, de fortaleza, de amor y de valentía como el cine jamás había visto. Tanto es así, que la historia de amor entre Wall.E y Eva es tan creíble como necesaria. Es amor puro, concreto, casi como el de cualquier comedia romántica de final feliz. Aventurándome un poco más, quizás hasta todo el resto de la trama pasa a un total segundo o tercer plano, fulminado por la carga emocional.

Cada vez que ellos se cogen de la mano o se miran con esos ojos aparentemente inexpresivos, el corazón del público se reconforta, se sobrecoge. ¿Por qué nos emocionamos ante dos máquinas nacidas de un mísero píxel? Pues porque no lo son. Han dejado de ser artilugios de la técnica para convertirse en parte de una realidad cinematográfica, más allá de un microchip.

La pareja repite unos arquetipos que ya hemos visto demasiadas veces, pero que hasta hoy, nos siguen conmoviendo: la guapa sofisticada y el bruto algo más simple. En Disney, sin ir más lejos, hay dos muestras emblemáticas: La bella y la bestia (Beauty and the beast, 1993), y La dama y el vagabundo (Lady and the tramp, 1955). Pero la historia del cine está llena de ejemplos similares. Y la fórmula sigue funcionando porque es como la vida misma. Más allá de tendencias de moda y de cuidados corporales, la ecuación en el amor sigue inalterable y el resultado siempre será positivo si, pese a los factores que atentan contra el romance, el final es feliz. Y Wall.E nos regala uno de antología.

Amores aparte, lo que no es discutible es que la película de la factoría Disney-Pixar –sin olvidar que nos recuerda más a esta última que a la compañía del tío Walt-, se ha convertido en un punto de inflexión para todo lo que vendrá en el futuro. Nunca el cine de animación había sido más adulto –pese a una simpleza e inocencia tan infantil- y nunca será el mismo después de esta ¿inhumana? historia de amor.


(Artículo publicado en la revista "Versión Original" - Septiembre 2009)
domingo, 22 de noviembre de 2009

"La clase" (2008)

No se me ocurre otro apelativo para comenzar a comentar esta película: honesta. Me parece que derrocha honestidad en la realidad, en la puesta en escena, en los personajes -tan reconocibles y arquetípicos-; en los diálogos y en la tensión alumno-profesor, profesor-profesor, profesor-director, padres-alumnos, etc.

"Entre les murs", título original del libro escrito por François Bégaudeau, quien también participaría como coautor del guión cinematográfico y protagonista de su propia novela, nos lleva a una escuela francesa -que prácticamente se convierte en escenario único- donde las cosas no son fáciles: hay mucha inmigración, pocos recursos y demasiadas hormonas en juego para que no surjan los problemas en todos los niveles. Se centra en la clase de lengua del profesor Marin, donde seremos testigos de las pulsiones más naturales del ser humano: la defensa propia y la de las causas perdidas; la vergüenza, la incomprensión, el desafío, la rebeldía, la envidia, la ira y el perdón.

La película no pretende justificar ni a las "víctimas" ni a los "victimarios" (dependiendo de quién lo vea, podrán ser los alumnos o los profesores, o ambos como víctimas de un sistema desigual), sino que relatar la vida "entre los muros" de una escuela con una sencillez y una honestidad como sólo Cantet podría hacerlo, tal como nos mostró en "Recursos humanos" hace ya una década. Ninguno de los personajes es del todo bueno o definitavemente perverso, sino que cada uno de ellos es un abanico de matices tan natural como la vida cotidiana.

Filmada con delicadeza, pero inevitablemente cruda e intensa, "La clase" estuvo nominada al Oscar como Mejor Película Extranjera, se llevó la Palma de Oro en Cannes y recogió varios premios internacionales. Méritos tiene de sobra, ya que deja de lado la imagen del perfecto maestro y nos muestra las imperfecciones de un sistema educativo en todos los niveles, donde docentes y estudiantes se sienten, muchas veces, desvalidos e incomprendidos. Un film que hace falta ver para comprenderlo desde dentro.

sábado, 21 de noviembre de 2009

"Si la cosa funciona" (2009)


Debo reconocer que me ha gustado mucho la última película de Woody Allen, "Whatever works" y su regreso a un Nueva York muy luminoso y acogedor, lejos de la sombra, la niebla y la oscuridad de algunos de sus relatos anteriores en esa ciudad.


Además de un guión perfectamente reconocible como suyo, el director de "Vicky Cristina Barcelona" le hereda al protagonista mucha de su incontinencia verbal, nerviosismo y visión del mundo. Larry David -productor de "Seinfeld" y de la serie "Curb your enthusiasm"- se convierte en el brillante Boris Yellnikoff, un científico con escasa destreza social y muchas opiniones acerca de todo lo que le rodea, siempre con un aire de superioridad. Así comienza su relación con Melodie, una chica "de pueblo" extremadamente simplona que provocará una serie de cambios en su vida, familia incluida.

La película es graciosa, a ratos entrañable, con muchas "lecciones" sobre lo que nos rodea, los prejuicios, las creencias, la fe ciega, el amor y las relaciones humanas. Todo ello disfrazado de comedia, cargada de ironía y con mucho humor negro, todo muy habitual en el cine de Woody Allen.

Brillante Patricia Clarkson como la madre de Melodie, genial Evan Rachel Wood ("Across the universe" o "The Wrestler", junto a Mickey Rourke); magnífico Larry David y un reparto muy logrado en general. La banda sonora está ajustada y precisa, como es habitual en casi todas las cintas de Woody Allen (menos la de "Vicky Cristina Barcelona" que me resultó cansina) y un director con muchas cosas que decir aún, sea cual sea la ciudad en la que ruede.

Si bien no es su mejor guión ni la película más deslumbrante -como sí ha ocurrido hace pocos años con "Match Point"- "Si la cosa funciona" es un punto alto en las comedias de Allen, en la trayectoria que ha escrito en los últimos 10 años y, claramente, una de las más autoreferentes que me haya tocado ver.

domingo, 8 de noviembre de 2009

"Julie & Julia" (2009)


La última película de Nora Ephron es casi tan dulcemente empalagosa como su filmografía (Tienes un e-mail o Sleepless in Seattle), pero eso no la hace menos encantadora y entrañable. En ella, nos cuenta una historia a dos voces sobre la vida de mujeres que renacieron gracias al arte culinario.

Julia Child se hizo famosa en Estados Unidos por su libro "Mastering the art of french cooking", nacido entre los fogones de Paris, Marsella y Oslo, después de estudiar en la famosa escuela "Cordon Bleu" de la capital gala y de especializarse con otros destacados chefs de la época. Por otra parte, Julie Powell se aventura en el Nueva York post 11-S a repetir todas y cada una de las recetas del libro de Child en un plazo de 365 días, mientras escribía su experiencia en un blog (que todavía se puede encontrar en Internet como The Julie/Julia Project)

Ephron nos ofrece en paralelo la historia de estas dos mujeres y, entre recetas, ingredientes y patos deshuesados, nos revela el pasado y presente de ambas, sin que ambas jamás lleguen a encontrarse más allá de la imaginación de Powell, mostrándonos también el entorno de ambas en sus distintas épocas y la razón por la que se convirtieron en "heroínas" para muchos seguidores.

Interpretadas por Meryl Streep (Julia) y Amy Adams (Julie) -que vuelven a coincidir después de La duda (Doubt)-, la primera hace una magistral interpretación, adquiriendo un tono de voz y un fraseo muy cercanos a la original (se pueden buscar vídeos en Youtube para confirmarlo) y seguro que le traerá nuevos reconocimientos a su carrera. Adams, en tanto, sigue confirmando que es una de las "nuevas" actrices con mayor proyección. Habrá que ver cómo desarrolla ese talento y cómo lo utiliza, porque todavía carece de la madera absoluta para ser considerada una de las grandes.

Correctamente filmada, tradicional y predecible, pero no menos sabrosa y tierna, "Julie & Julia" es entretenimiento sano y sencillo. No hay que buscar segundas intenciones ni rompedoras tendencias, simplemente porque no es lo que la directora pretende ni ha pretendido nunca. Fiel a su estilo, nos ofrece una de esas cintas que nos gustan e incluso repetimos, simplemente por no buscar ser nada más de lo que es.

Bellas imágenes de Paris (una ciudad soñada), una banda sonora de Alexandre Desplat muy normal y no especialmente llamativa, y un puñado de actores secundarios de calidad, como Stanley Tucci (sigo esperando que tenga más protagonismo) y Chris Messina. Especial para un domingo por la tarde.

miércoles, 28 de octubre de 2009

¡Vivan los cortos!

Hoy he visto dos maravillosos, interesantes, impactantes cortometrajes. Los dos de Eduardo Chapero-Jackson. Los dos me dejaron con la boca abierta.

"Contracuerpo"
(http://www.vimeo.com/5317432), una historia dura, con una fuerte crítica a una sociedad enferma, a un culto equivocado a la imagen y a cosas que realmente no importan. Tanto así, que son capaces de arrastrar hasta la profundidad del abismo a sus víctimas.

"Alumbramiento"
(http://www.lstudio.com/films-on-l/lightborne-by-e-chaperojackson.html), tiene una trama complicada, con un tema muy discutido y discutible, pero filmado con una delicadeza que te hace pensar en muchas cosas por segunda vez o al menos, te genera alguna duda al respecto.

Muy bien pensados, actuados y dirigidos. Estoy a la espera impaciente del tercero, que se llama "The end".

Cada día creo que el corto tiene mucho más que decir que los largometrajes.

¡Hay que verlos!
lunes, 26 de octubre de 2009

"500 días juntos" (2009)


Hoy he disfrutado mucho viendo "500 días juntos" (500 days of Summer), una comedia con mucha chispa, cabeza y corazón. Dirigida por el poco conocido Marc Webb, la cinta nos sumerge en una atípica relación de pareja en la que Tom Hansen (Joseph Gordon-Levitt, visto en "Cosas de marcianos" en televisión y en "G.I. Joe" en el cine) se enamora de Summer Finn (Zooey Deschanel, aparecida en "El incidente" de Shyamalan), amor que ella no corresponde de la forma esperada.

Construida a base de saltos en el tiempo sin perder al espectador en ningún momento, la entrañable comedia pasa por el drama suave, el desamor, el reencuentro y la tragedia, retratando con vivacidad y encanto las distintas etapas del amor, desde la conquista hasta la ruptura, aunque se autodefina como una historia no romántica.

Bien actuada (una pareja con excelente química y muy creible), dirigida y con una forma de contar la historia muy inteligente -mención especial requiere la escena de "Lo esperado" y "Lo real", contada en medias pantallas-, "500 días juntos" ha sido una de las sensaciones independientes del año, generando gran revuelo en todas sus presentaciones, pese a lo cual no se ha llevado ningún premio a casa.

Su banda sonora, muy poco arriesgada, borda cuidadosamente los hilos de la trama, sin caer en excesos. Punto aparte merece también la escena "musical", muy en la línea de Woody Allen en "Everyone says I love you", donde más bien se ríe un poco de sí misma como película pero sin dejar de transmitir con mucho acierto la sensación del protagonista después de la consumación del amor.

Ligera y profunda, entrañable y adorable. No es un magnífico ejercicio de técnica, pero sí un buen trabajo conseguido con pocos recursos y grandes ideas. Para disfrutarla sin complejos ni filosofías.

domingo, 18 de octubre de 2009

"El último McGuffin"

Definición de McGuffin (Wikipedia): "Excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, y que en realidad carece de relevancia por sí misma".

Así no dice mucho, pero si hablamos del "Ciudadano Kane" tenemos al que ha sido considerado el mayor McGuffin de la historia: Rosebud. La película juega a descubrir el significado de esa palabra durante todo el metraje, para que al final se descubra que no tenía ninguna importancia. O en la serie "Mad about you", juegan con que al morir un personaje se le oye decir "Hoo Moos" (o algo así) -juego de palabras reinterpretado a la saciedad como Hummus, Hey Miss!, Homos, etc.-, para descubrir al final que realmente no tenía relevancia, pero que ha provocado una serie de reacciones en el resto de los personajes y en toda la trama del capítulo.

Pero mi mayor McGuffin de este momento es ¿por qué a muchos críticos de cine les ha dado por incluir este concepto en gran parte de sus últimas críticas y ninguno se ha parado a explicar lo que es, cuando puedo asegurar que el gran público además de Mac Gyver o Mac Donald's no ha oído algo similar? ¿Lo han dado gratis con algún curso de crítica o con alguna de las películas que vienen con los periódicos?

Ahí lo dejo. Pero ojo, ese tipo de crítica no es la que queremos. Si la idea es educar, enseñar, transmitir, compartir, pues es hora de comenzar a hacerlo. Queda mucho trabajo por delante, pero lo primero será cambiar el alto ego por vocación de crítico constructivo.

viernes, 28 de agosto de 2009

"Frozen river" (2008)

Hace ya una década o más, que el cine independiente americano nos viene sorprendiendo no sólo con argumentos más originales o películas más crudas que las del circuito de los grandes estudios, sino que lo viene haciendo con su presencia en los grandes premios o en los festivales más importantes.

Ejemplo de ello son "Juno" (2007), "Pequeña Miss Sunshine" (2006) o "Transamerica" (2005), 3 pequeñas joyas independientes que se han colado en las grandes ligas, codeándose con presupuestos que multiplican a los suyos, pero a las que no tienen mucho que envidiar.

Una de las últimas películas que se ha sumado al fenómeno es "Frozen river" (Río helado), que se estrena en España en septiembre. Dirigida y escrita por Courtney Hunt, de la cual sólo tenemos como antecedente el que haya dirigido uno de los episodios de la magnífica serie "In treatment" (En terapia), la cinta nos lleva a un paraje desolador para contarnos cómo es la vida de una perdedora que se niega a perder.

Podríamos decir que Ray Eddy es madre de dos hijos y poco más. Su trabajo no le satisface ni económica ni personalmente. Su pareja se ha ido con el dinero de su futura casa a Atlantic City y la ha dejado hundida, una vez más. Es así como llega a conocer a Lila Littlewolf, una india mohawk que le enseñará la forma de recuperar el sueño de su casa, cueste lo que cueste.



Con muchos matices, la película habla sobre el amor, la amistad, la libertad, la necesidad de sentirse útil y las ganas de cumplir los sueños. Inspirada e inspiradora, ha sido reconocida por la crítica y en festivales tan afamados como el de Sundance donde recibió el Gran Premio del Jurado, demostrando que las historias, por muy locales que sean, se convierten en universales cuando están bien contadas.

Su protagonista, Melissa Leo, ganadora de la Concha de Plata en San Sebastián, también estuvo nominada al Oscar como Mejor Actriz Principal por el papel de Ray Eddy. Decadente, desesperada y al borde de un colapso que llega y no llega, Leo nos regala una interpretación muy lograda y que la pone en el panorama de las ligas mayores. Talentos como ese no deberían ser desperdiciados. Su curriculum reciente y futuro lo avalan: la veremos con Robert de Niro, Drew Barrymore, Kristen Stewart, Christian Bale y América Ferrera, entre muchos otros.

Sin llegar a ser un peliculón ni una joya, "Frozen river" se sostiene en la asombrosa intensidad que tanto el entorno como la actriz protagonista con capaces de imprimirle a la historia. Hace tiempo que un dolor así no tenía cara de mujer en el cine. La desolación no sólo se encuentra en las guerras o en las reconstrucciones, sino en una situación tan cotidiana como no tener dinero para alimentar a tu familia y estar dispuesto a dejar todo para conseguirlo.








martes, 25 de agosto de 2009

"Por fin viuda" (2007)

Cada día me gusta más la comedia francesa. No sé si me repito demasiado con esto, pero es que la forma en que abordan los conflictos más cotidianos para llevarlos a extremos insospechados y sacarnos risas cómplices, es única en su especie.

La directora Isabelle Mergault, a la que conocimos con "Eres muy guapo" (Je vous trouve très beau), nos vuelve a deleitar con una pequeña comedia: "Por fin viuda" (Enfin veuve) donde nos cuenta una surrealista historia familiar.

Anne-Marie Gratigny (la estupenda Michèle Laroque) quiere irse con su amante, pero no es capaz de enfrentarse a su marido. Éste, afortunadamente para ella, se muere en un accidente y le deja el camino libre para rehacer su vida. Sin embargo, no contaba con la llegada de sus familiares y de su hijo, quienes la obligarán a vivir su duelo de una forma muy especial.

Muy sencilla y totalmente predecible, pero encantadora y graciosa. Con grandes momentos cómicos, algunos emotivos y, sobre todo, mucho talento de su protagonista femenina, el film nos muestra parte de nosotros mismos ante la cobardía de enfrentar las decisiones, ante las mentiras que crecen como una bola de nieve y ante los propios sentimientos.

¿Cuándo aprenderán los pseudo-cómicos que no es necesaria la fórmula caca-culo-teta para hacer reír al público? Cada día me convenzo más de que la gracia está en la sutileza y en el saber reflejar lo habitual desde un absurdo cotidiano. Y en eso, Mergault, tiene un apabullante éxito.

"Coraline" (2009)

El antiguamente llamado "cine para niños" ha alcanzado la madurez de forma paulatina, para convertirse en un adulto de gran calidad en los últimos años. Así lo demuestra la industria a nivel global con títulos como "El viaje de Chihiro", las últimas de Pixar, "Persépolis" o alguna de las joyas de Disney.

En apariencia, su público es infantil. Pero, en el fondo, su objetivo es más amplio. No sólo busca entretener, sino seducir a grandes y pequeños con una historia tan superficial como profunda. Y es el caso de "Los mundos de Coraline" (Coraline) de Henry Selick, el creador de otra joya: "Pesadilla antes de Navidad" (Nightmare before Christmas), de la mano de Tim Burton.

La habían tachado de terrorífica y de demasiado oscura para los niños. Creo que es una exageración, aunque claramente su sombra es mucho mayor y más evidente que en otros dramas infantiles.

La historia nos cuenta como Coraline se muda junto a sus padres a una extraña casa en la que descubre, además de algunos raros vecinos, que hay una pequeña puerta que la transporta a una realidad paralela donde todo es mucho mejor. Pero como sabemos, el placer infinito no existe y resultará mucho peor que su verdadero mundo.

Brujas malas, mucho colorido y algunos momentos de tensión para sazonar una cinta hecha con la técnica del stop-motion (una técnica utilizada en el mundo de la animación que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos a través de múltiples fotografías) y que es una verdadera joya en su puesta en escena, en el trabajo que hay detrás, en la música y en la realización en general.

miércoles, 19 de agosto de 2009

"Hijos de los hombres" (2006)



Basada en una novela de P.D. James y llevada a la pantalla por Alfonso Cuarón ("Y tu mamá también", "Harry Potter y el prisionero de Azkaban"), "Hijos de los hombres" (Children of men) es una película inquietante, redonda y construida al detalle.

Para no perderme en los muchos vericuetos de la trama, simplificaré al máximo su premisa: hace 18 años que no nace ningún niño en el planeta, en el que además se vive una situación de guerrilla a gran escala. Desde este punto de partida y con una desoladora visión de nuestro futuro cercano, Cuarón nos sumerge en todas las posibles salidas a una realidad así.

Tenemos a un hombre corriente reconvertido en héroe, que vive en una sociedad individualista y desconfiada, gobernada a base del terror y la represión, donde el miedo es un compañero inevitable. Pero siempre hay una luz de esperanza y demostramos la equivocación de los más alarmistas: el ser humano no es tan malo como lo pintan. En medio del caos, aún puede haber algo de orden.

Como eje principal de la historia encontramos a Clive Owen ("Closer"), rodeado de Julianne Moore, Michael Caine y Chiwetel Ejiofor ("Amistad", "Melinda and Melinda") y formando un entramado de personajes muy equilibrado, sin sobresaltos. De la misma forma, la trama se desarrolla de forma pausada, precisa, ccon un comienzo que dispara la adrenalina y acabando en un oasis de tranquilidad, después de habernos llevado por un campo de batalla sin remilgos.

Con una estructura argumental que da pie a muchas discusiones y a un serio debate sobre el futuro, Cuarón nos entrega un film, tal como decía al comienzo, redondo. Sin caer en excesivos momentos lacrimógenos ni testoterónicos enfrentamientos, la película es tan fuerte como frágil, tan dura como sensible. El ser humano es como es, humano, sin más. Y no podemos pedir que todos sean héroes ni podemos condenar su comportamiento.

En medio de la desesperanza y la búsqueda de un mundo mejor, se pueden transgredir algunas normas sin que importe demasiado. Por ello, el bien particular cede ante el bien común, y las personas comunes y corrientes pueden transformarse en ejecutores de una causa superior ante la que nunca habían imaginado encontrarse. En este sentido, la cinta también tiene mucho material de discusión acerca de las motivaciones reales, el utilitarismo de las ideas y el verdadero interés detrás de nuestras decisiones.

Recomendable y con excelentes momentos cinematográficos, en especial la última media hora. La decepción: siempre entendí/creí que Julianne Moore -bien donde la pongan- tenía un rol protagónico.

Como dato anecdótico, quizás asusta un poco la referencia a una pandemia de gripe que asoló a la Tierra en 2008 para explicar las motivaciones del personaje de Owen y la situación del planeta en 2027. Espero que nuestro destino sea diferente y que nuestro futuro no dependa solamente del "Mañana".

"Irma la dulce" (1963)

Repitiendo a la pareja protagónica de "El Apartamento", Billy Wilder consiguió una de las películas más recordadas y divertidas de la década de los 60: "Irma la Dulce" (Irma la Douce) que, sin embargo, hoy en día también suena a historia de enredos más bien conocida.

No quiero quitarle carácter ni menos talento a este trabajo de Jack Lemmon y Shirley MacLaine (en la foto), porque es una película que se apoya bien en sus protagonistas y les saca bastante partido a sus dotes actorales, gracias a un guión muy cuidado en los diálogos y con un final interesante, por decirlo de alguna forma.

Y como ocurre con gran parte de la producción que vino después, muchos bebieron de ella, de su chispa y frescura. Por eso suena tan manida y actualmente pierde gran parte de su tono, de su audacia. Pero Wilder, con su talento natural, saca provecho de una historia bastante absurda, para convencernos de que todo lo que ocurre es posible. Y MacLaine está inolvidable como prostituta.

En el último tiempo, estoy encontrando muchas películas a las que les sobra algo de metraje. Y con ésta me ha pasado lo mismo. Quizás da demasiadas vueltas para llegar al lugar al que nos lleva. Un lugar, en todo caso, agradable y al que le acompañamos con muchas sonrisas y algunas carcajadas.

Una vez que vea "El apartamento", que se filmó 3 años antes que esta cinta, podré decir si el blanco
ménage à trois de Wilder-Lemmon-MacLaine estaba mejor en una u otra. Las comparaciones son odiosas, pero en este caso es algo necesario.

Ojo a la aparición de Bill Bixby, que se convertiría años más tarde en el doctor Bruce Banner de "El increíble Hulk" en la televisión, como un tatuado marinero.
lunes, 17 de agosto de 2009

"Sucedió una noche" (1934)

"Sucedió una noche" (It happened one night) fue uno de los éxitos de mediados de los años 30 del pasado siglo, dirigido por Frank Capra (en lo que sería su primer gran éxito) y protagonizado por una singular pareja: Claudette Colbert y Clark Gable.

La historia, fuente de inspiración para muchas comedias románticas futuras, nos lleva a un largo viaje desde Miami a Nueva York en compañía de una mimada y rebelde heredera (Colbert), acompañada de un desvergonzado periodista (Gable). Lo que un comienzo no son más que diferencias, obviamente terminan transformándose en un apasionado amor. Siento contar el final, pero tampoco había que echarle mucha imaginación.

Previsible y entrañable a la vez, en el film somos testigos de la inmoralidad de los juicios previos y de como el abismo que separa las vidas de Ellie y Peter, desaparece por completo cuando ambos salen de sus respectivos mundos. Si nos paramos en medio de su época, podremos ver lo que significó esta película: por un lado, vemos a una mujer que es mucho más que un adorno y que es capaz de dar la talla frente a los hombres (tendencia que se marcaría cada vez más en los siguientes años); tenemos a una pareja protagónica de primer nivel y, por último, una historia de amor destinada a pasar a la inmortalidad, aunque hoy nos parezca demasiado remilgada e inocente.

Al menos la copia en DVD que tengo en mis manos, tiene algunos problemas de edición (por lo visto fue "retocada" a finales de los años 60) pero no le quita valor a su contenido. Premiada como Mejor Película, Director, Actor, Actriz y Guión Adaptado, "Sucedió una noche" es uno de esos clásicos que nos dejó la época dorada de Hollywood y que siempre estaremos dispuestos a visitar.

"Brüno" (2009)


"Erotismo es ver la pluma; pornografía, la gallina completa". Vuelvo a citar a Isabel Allende en su libro "Afrodita" porque será el eje fundamental de esta reseña. Así, "Brüno", la última película protagonizada y milimétricamente pensada por Sacha Baron Cohen (el Borat de hace un par de años) es, por lo tanto, porno del duro.

En resumidas cuentas, la historia nos presenta a Brüno, un periodista austriaco y gay que, caído en desgracia, se muda a Estados Unidos para reconquistar la fama. En su camino, hará todo lo que esté a su alcance para conseguir su objetivo. Y nunca mejor dicho: todo lo que esté a su alcance.

La que podría haber sido una comedia muy políticamente incorrecta y muy sesuda, se ha convertido en un espectáculo de excesos: sobran minutos, sobran algunos innecesarios momentos para extender el metraje y por sobre todo, hay un exceso de autosatisfacción, casi una práctica de onanismo del creador de la sátira. El problema es que se gusta demasiado.

Una de las primeras reglas de la comedia que funciona es no creerse divertido, sino serlo. Baron Cohen lo es, pero cuando cae en los extremos de la estupidez -y a ratos en la grosería, en el mal gusto, en la falta de respeto- pierde toda su frescura y originalidad.

Geniales son los momentos iniciales en el desfile de Agatha Ruiz de la Prada y después las entrevistas con los padres de "pequeñas estrellas" -aún me sorprendo de la falta de cordura y límites de ellos-, pero en otras pasa por encima del buen gusto y más que carcajadas de complicidad, lo que provoca es una risa nerviosa o incómoda.


Baron Cohen se ha convertido en algo así como el Michael Moore de la comedia, tocando los puntos más débiles de la doble moral americana y de su idiosincrasia. No obstante, su cometido pierde completamente el norte en un producto que, según creo, se le ha ido completamente de las manos, cayendo en un humor burdo, barato y olvidable.

No encontré la comedia irreverente que esperaba, sino un film bastante más vacío de lo que creía. Quizás sea la película más sobrevalorada en lo que va del año e inscribirla en lo que se conoce como la nueva comedia americana -en la que tenemos el toque Apatow y buenas comedias como "Superbad"- me parece un ejercicio de marketing condescendiente para una cinta indudablemente menor.
sábado, 15 de agosto de 2009

"Up" (2009)

La última aventura fílmica de la factoría Pixar es una maravilla visual, más allá de toda imaginación. Si ya nos habían deslumbrado con "Wall.E" y sus acabadas texturas, el colorido de "Up" es infinitamente mejor y la calidad de sus diseños, supera lo establecido, alcanzando niveles de realismo que ni la propia realidad es capaz de igualar.

Pero no todo es imagen, porque tras una fachada perfectamente pixelada, la historia desborda humanidad desde el principio hasta el final. Es una película de aventuras, pero que no deja de lado el entorno emocional de los personajes ni las motivaciones que los llevan a formar parte de esta larga travesía.

Carl Fredricksen (cuya voz pertenece a Ed Asner, importante figura televisiva en EE.UU.), tras la muerte de su mujer y acosado por sus "vecinos", decide emprender el viaje de su vida. Llena su casa de globos y se eleva al cielo con casa y todo. Pero no está sólo y, al poco andar (¿volar?) descubre a Russell, un niño explorador que se convertirá en un espontáneo acompañante.

El guión tiene algunas pequeñas lagunas, quizás más de las que habíamos visto antes en las películas de Pixar, pero esos baches se perdonan ante la impecable realización y ante la madurez alcanzada por el cine de animación digital. Además, se agradece que las películas llamadas "infantiles" sean cada vez un producto más adulto, más completo. Como siempre, las lecturas que se pueden hacer de una inocente historia de aventuras son innumerables, porque ella esconde importantes referencias a las familias, al amor, a la vida, a la amistad y a muchos otros valores.

Con una serie de referencias a otras películas o programas de televisión, "Up" se ha encumbrado a lo más alto del cine animado. Y la secuencia que nos explica la vida de Carl en los primeros minutos del film, debe ser una de las más bellas y bien contadas de la historia del cine, reafirmando aquella manida frase: "una imagen vale más que mil palabras". Imposible haberlo hecho mejor de otra forma.

Impecable es el corto que acompaña a "Up", titulado "Partly Cloudy" (Parcialmente nublado o Nublado parcial). Entrañable, tierno, con una factura técnica y una imaginación desbordantes. Carcajadas y lágrimas desde el primer momento. ¿Para cuándo la próxima?

"El ladrón de bicicletas" (1948)

La película de Vittorio de Sica, "El ladrón de bicicletas" (Ladri di biciclette), además de ser un fiel referente de una dura época de la historia reciente, es un ejercicio catártico que lleva a un hombre común a una situación límite en un entorno hostil. Y todo esto filmado con maestría, con mucha sencillez y con total franqueza.

Inscrita dentro del neorrealismo italiano(*), la película se convirtió en uno de los máximos referentes de esta tendencia o lenguaje cinematográfico. Su simpleza exterior oculta una profunda crítica a un sistema que no sabe cómo recuperarse, a una situación insostenible y a una sociedad que no es capaz de abrir las brechas de clase para una reconstrucción más rápida y efectiva.

Filmada en riguroso blanco y negro, con un reducido número de actores y recorriendo la periferia romana de la época, nos cuenta la historia de un hombre que consigue trabajo como colocador de carteles -para lo cual necesariamente debe poseer una bicicleta- y que, en su primer día, es víctima del robo de su medio de transporte. Esto no implica sólo un problema laboral, sino que se relaciona con toda una situación de precariedad, que lo arrastra tanto a él como a su familia.

A partir de ese momento, la realidad de Antonio Ricci (interpretado por Lamberto Maggiorani) se verá amenazada por la desesperación y la búsqueda incesante de su bicicleta, acompañado de su hijo Bruno (Enzo Staiola), proceso durante el cual somos testigos no solamente de las pesquisas, sino de un amplio abanico de emociones y sensaciones en la relación padre-hijo, y en el interior del protagonista. Así, encontramos a un hombre que duda si exponer su integridad y traspasar una convencional línea de acción, o quedarse sumido en la miseria.

Duro relato, magistralmente creado, y completamente universal. Su sombra en la actualidad quizás es mucho más grande de lo que creemos.

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(*) Movimiento surgido en el país peninsular después de la II Guerra Mundial y que se caracterizó por ser bastante crudo, muy simple en su estructura -actores no profesionales en su mayoría, filmaciones al aire libre, entre otras- y con guiones que trataban la reconstrucción económica y social de una nación desolada por los efectos del conflicto bélico, centrándose en las clases menos privilegiadas.
viernes, 14 de agosto de 2009

"Ex" (2009)


Una comedia coral, romántica y ligera nos llega desde Italia precedida de un importante éxito en las taquillas. "Ex" -dirigida por Fausto Brizzi, director y escritor que ha hecho carrera en televisión principalmente- habla de la universalidad del amor, visto a través de las relaciones pasadas y presentes de una serie de variopintos personajes.

Parejas que se separan y que se reencuentran. Fanáticos de la soltería y enamorados enfermizos. Amores que renacen y otros que mueren irremediablemente. No queda fuera ninguna manifestación romántica, aunque se echa en falta algo de originalidad en algunas de ellas que podrían haber dado mucho juego.

Innegable heredera de otras películas como "Love actually" -además de una larga lista de cintas de los últimos 50 años- y algunas comedias de situaciones (sitcoms) como "Friends", la historia se desarrolla paralelamente en Italia, Francia y Nueva Zelanda, reafirmando que su lenguaje no tiene ninguna limitación física y que los celos, el amor o la pasión, no tienen meridianos ni paralelos.

Sus actores, de amplia carrera en el cine y la televisión italiana, entre los que encontramos, por citar algunos, a Claudia Gerini y Alessandro Gassman, se mantienen en un nivel comedido, sin grandes interpretaciones, pero muy adecuados en su papel.

Con momentos de mucho humor, con una buena dosis de drama, una pizca pequeña de tensión y algunas salidas muy predecibles (quizás esta es su mayor debilidad), "Ex" se puede ver sin remordimientos, pero sin grandes expectativas. Podemos decir que entra fácilmente en la categoría de placeres culpables, quizás acompañando a "Mi gran boda griega" o la misma "Love actually".
miércoles, 12 de agosto de 2009

Y más películas

Y más películas

Aprovechando lo que queda de vacaciones, esta semana también he tenido mis sesiones de cine:

1. "Pesadilla antes de Navidad", como aperitivo para ver "Los mundos de Coraline". Cine de animación del más alto nivel.

2. "Frozen River", otra película independiente americana de la cual hablaré llegado el momento. Creo que aún tengo que procesarla un poco más.

3. "Dreamgirls", musical inspirado -dicen- en las Supremes de Diana Ross. Entretenimiento ligero con una genial Jennifer Hudson.

4. Repetí "LOL", porque insisto en que la mirada que el cine francés le da a las cosas, tiene un algo especial.

Pendientes tengo: "The Wrestler", "Un cuento de Navidad" con Catherine Deneuve y "Gomorra", la provocación italiana sobre la mafia, que arrasó con varios premios el año pasado. Además de "Por fin viuda", "Camino", "Klute", "Ran", "Descalzos en el parque", "La envidiosa", y un largo etcétera.

Tanto cine por ver aún. Y tanto que escribir sobre él. ¿Alguien me quiere pagar por hacerlo para poder dedicarle todo el tiempo?

"La boda de Rachel" (2008)

Ha pasado mucho tiempo desde que el director Jonathan Demme nos golpease con "El silencio de los corderos" y "Philadelphia", pero su productividad no ha cesado. Una muestra de ello es la reciente "La boda de Rachel" (Rachel getting married), protagonizada por Rosemarie DeWitt y por Anne Hathaway ("El diablo viste Prada", "Brokeback mountain").

Con la excusa de la boda de su hermana, Kym (Hathaway) sale del centro de rehabilitación donde se encuentra para encontrarse con una familia y un grupo de amigos que le resultan desconocidos. Las tensiones presentes y las heridas pasadas aparecen primero con sutileza, para luego desatarse en una tormenta de emociones, donde cada uno tendrá que cargar con los dolores propios.

La disfuncional familia y la felicidad del momento, son la excusa que Demme propone para sacar a relucir muchas cosas que vemos en lo cotidiano: las palabras dichas y aquellas que no es necesario expresar, el resentimiento y la intención de proteger nuestro entorno cercano, aquel lugar donde pueden convivir lo dulce y lo amargo sin mayores problemas.

Hathaway obtuvo su primera candidatura al Oscar como Actriz Principal por "La boda de Rachel". Y no ha sido exagerado. Nos tenía acostumbrados a un exceso de dulzura y corrección que no aparecen ni por asomo en este personaje. Por el contrario, es capaz de sacar a relucir una oscuridad muy difícil de manejar sin caer en la caricatura, demostrando que tiene muchos más registros por explorar en sus próximos proyectos.

Con una estética y producción más bien independiente, la película se deja ver sin problemas. No fue uno de los grandes estrenos ni una de las favoritas del público, pero Demme demuestra que aún tiene talento para sacar partido de sus actores y que no ha olvidado el oficio que lo puso en el centro de Hollywood hace 15 años.

Por lo demás, creo que se abusa de la música (algo muy común en estos días) y hay un par de escenas francamente editables. Quizás el resultado hubiese sido mejor evitando algunos adornos y dando mayor relevancia a la carga interna de los personajes que, sin dejar de tenerla, deja algunos cabos sueltos.

Ojo a la aparición de Debra Winger, a quien cada vez vemos menos en las pantallas.
sábado, 8 de agosto de 2009

"Rojo oriental" (2002)

Con mucho retraso llega "Rojo oriental" (Satin Rouge), de la directora tunecina Raja Amari, a las pantallas españolas. Tanto es así, que ya ha filmado otras dos cintas después de que se llevara un amplio reconocimiento internacional como realizadora y guionista por esta película.

La trama nos presenta a Lilia, una viuda cuya realidad no es más que una frágil estructura construida alrededor de lo cotidiano, lo terrenal, y cuyo único centro es su hija Salma, una joven en plena edad del despertar de los sentidos. La mujer, no obstante, encontrará una forma de rehacerse a sí misma a través de la danza y vencerá sus propias limitaciones a golpe de caderas.

Protagonizada por la estupenda Hiam Abbass (en la foto, abajo a la derecha) -vista recientemente en "The Visitor" como la madre del inmigrante deportado-, cuya belleza y talento debería llenar las pantallas, mucho más de lo que estamos acostumbrados. El resto del reparto es regular y, en algunos momentos, hasta caricaturesco.

Pese a que fue reconocida en Montreal, Seattle o Torino, la película no es memorable. Sí hay que reconocer el talento de una directora nueva (pese a dos trabajos anteriores), pero a la que le falta mucho oficio. Abusó de las transiciones espacio-temporales con unos "
fade out" bastante numerosos, haciéndolos parecer más una excusa que un recurso cinematográfico.

Lo que no es discutible es toda la fuerza y femineidad que surge desde las entrañas de la película: una muj
er que es capaz de enfrentarse a sí misma en primer lugar y permitirse llevar una vida condenada por las estrecheces mentales de la sociedad actual. No defiende el arquetipo de la prostituta ni de la arpía, sino simplemente el de una mujer en paz con su cuerpo, con el mundo y con su presente, haciendo una bien construida metáfora a través de la danza del vientre.

Sobra metraje, pero también sobra energía y belleza. Se echa en falta oficio y más talento, pero no se puede negar el buen camino que trazó Amari con esta película. Se agradece el cambio de ritmo, una música muy agradable y por traernos a las pantallas una realidad vigente y poco conocida.

viernes, 7 de agosto de 2009

Una semana de película

Como estoy de vacaciones y Madrid es un horno estos días, me he dedicado a ver películas bajo el abrazo del aire acondicionado, ya sea en el sofá o en la butaca del cine.

Además de la ya comentada "The boat that rocked" (insisto: ¡qué pérdida de recursos!), he visto:

1. "Todos los hombres del rey" (All the king's men) con Sean Penn, Jude Law, Kate Winslet, Patricia Clarkson, James Gandolfini, Kate Winslet, Mark Ruffalo y Anthony Hopkins. Excelente cast para una película que se queda corta en muchos sentidos. Parece que es el tópico de la semana.

2. "La ley del deseo", de Almodóvar. Quizás fue mucho más impactante y llamativa en su contexto. Hoy, resulta poco polémica y bastante floja. Aún así, un hito en su carrera.

3. "El Piano", de Jane Campion. No sé cuántas veces la he visto y el veredicto es el mismo: impactante. Sus imágenes tienen mucha fuerza, las actrices (Holly Hunter y Anna Paquin) van mucho más allá de la pantalla y la música -¡oh Michael Nyman!- es gloriosa.

4. "Diario de un escándalo", de Richard Eyre. Es un evento actoral de primer nivel: Judi Dench y Cate Blanchett frente a frente. Ya la había visto el año pasado, pero como trabajaré sobre ella para un próximo artículo, quise verla otra vez.

5. "El amor tiene dos caras" (The mirror has two faces) de y con Barbra Streisand. Una profesora modélica para una historia de amor agridulce. Será otro de los pilares de mi próximo artículo en la revista Versión Original (si se publica finalmente, claro).

Esta tarde veré otra en el cine, sin definir aún, y espero el fin de semana poder ver "Up", que ya va siendo tiempo. Llegado el momento, todo quedará reflejado en este blog.
miércoles, 5 de agosto de 2009

"The boat that rocked" (2009)


Richard Curtis, el guionista de las dos partes de "Bridget Jones" y director de "Love Actually", nos trae a la pantalla su última comedia coral: "The boat that rocked" (en España, "Radio encubierta"), que también ha escrito.

El film cojea desde los primeros minutos, pese a tener una idea de la que podrían haber salido inolvidables escenas: las radios piratas que emitían rock y pop desde el Mar del Norte, para saltarse las estrictas normas británicas de los años 60 del siglo pasado. Con demasiados personajes, muchos hilos conductores y un entramado más bien débil, el guión se le va de las manos entre escenas claramente editables y una resolución tan simplona como esperable.

Quizás lo más divertido de ver, como ocurre en muchas cintas corales, es el reparto: Kenneth Brannagh, Emma Thompson, Bill Nighy, Philip Seymour Hoffman, Nick Frost, Rhys Ifans, entre muchos otros que, en general, cumplen sin destacar.

La única herencia memorable que nos deja esta película es una banda sonora de primer nivel, tan variopinta como sus personajes, pasando desde The Supremes hasta Duffy (reversionando "Stay with me baby") y desde Cat Stevens a Jimi Hendrix.
domingo, 19 de julio de 2009

"Harry Potter and the half-blood prince" (2009)

Esta semana fui a ver la sexta película de la saga de Harry Potter y debo decir que, si bien me pareció mejor contada que la anterior, todavía no logra recuperar el vuelo de los primeros films, pero en la que reconocemos el brillo de Alan Rickman (Severus Snape), Maggie Smith (Minerva McGonagall), Michael Gambon (Albus Dumbledore) y el nuevo miembro de la historia: Jim Broadbent como el profesor Horace Slughorn.

Completamente centrada en dos hilos argumentales: encontrar la forma de destruir a Voldemort -y prepararlo todo para las últimas dos entregas- y la revolución hormonal a la que están sometidos los cada vez menos jóvenes magos. El resto de la trama que vimos en el libro, ha sido nuevamente ignorada por los guionistas, además de quitarse de en medio a una buena cantidad de personajes que, con suerte, aparecen en planos secundarios o mencionados en esta cinta.

Me vale el argumento de siempre (incluso lo digo yo muchas veces) que la adaptación cinematográfica debe abandonar la literatura para suscribirse al nuevo lenguaje, pero eso no implica que pueda desgranarse así todo un compendio de intrigas, miedos, enfrentamientos, problemática interna de los personajes, el aprendizaje y muchas otras cosas que han desaparecido en su paso a la gran pantalla.

Pese a todo, creo que HP6 gana en narración, en ritmo y en luz (pese a ser un libro bastante oscuro también) en comparación a la quinta parte. Quizás porque recuperamos al guionista de las primeras cuatro partes de la saga -Steve Kloves- y dejamos de lado al que convirtió a "Harry Potter y la Orden del Fénix" en una auténtica carnicería argumental: Michael Goldenberg.

Sin embargo, y me repito en esto, espero que en las próximas dos películas, al contar con el doble de tiempo "cinematográfico" para reproducir un único libro, se desarrolle de mejor forma la trama, se cierren las historias de forma adecuada y nos lleven al gran final que se merece esta saga mágica. Eso sí, y hago desde aquí un llamado, por favor no nos torturen con ese aburrido epílogo final.
viernes, 10 de julio de 2009

"Gran Torino" (2008)

Hace pocas horas, yo hablaba de una película que por recomendación tenía que ver, pero de la cual no esperaba prácticamente nada. Me imaginaba que sería una cuidada producción, con un ritmo pausado y lineal, muy dramática y espesa. Me equivoqué por completo.

La película dirigida por Clint Eastwood, se ha convertido en uno de los éxitos cinematográficos del año en España. Algunos la llaman la superviviente, porque ha estado más de 4 meses en cartelera y sigue atrayendo público, cosa que otras cintas -supuestamente blockbusters- como Transformers o Watchmen no han logrado ni de lejos.

No sé si me arriesgo al llamarla pequeña joya. Quizás todavía me dejo tentar por la emoción y la belleza de muchas de sus imágenes. Pero me puedo permitir estos excesos. Por algo es mi blog.

La trama comienza con la muerte de la mujer de Walt Kowalski (el propio Eastwood en una mezcla perfecta entre Ronald Reagan, Charlton Heston y Harry El Sucio: misógino, xenófobo, homófobo, republicano, tradicional y amante de las armas). Podemos entender que ella era su vínculo con lo cotidiano, con lo distinto, con los cambios del mundo. Así, nuestro protagonista se encuentra, de un momento a otro, solo contra los nuevos vecinos, contra su propia familia y, quizás lo peor, contra sí mismo.

Interesante el duelo dialéctico entre Sue (Ahney Her) y Walt, así como la relación de este último con Thao (Bee Vang). A través de ellos conocemos la enorme humanidad de un hombre que apenas parece un ser humano, y la inmensa riqueza que la confianza, el respeto y el cariño puede llegar a otorgarnos.

El guión, construido de forma tal que sin prisas, nos va desvelando los cambios en la vida de Kowalski y su evolución hacia una nueva conciencia. Nada es tan malo como parece e incluso, quienes nos rodean pueden enseñarnos más lecciones en la vida de las que imaginamos. Y todo en un continuo
crescendo, hasta llegar a un final esperado y sorprendente a la vez, pero filmado con delicadeza, con poesía, con una sabiduría que sólo la experiencia puede entregar.

Eastwood se ha plantado en una cómoda posición como narrador, extrayendo de su habilidad para contar historias los elementos precisos para no aburrir ni abrumar, para no cansar ni sorprender sin sentido. Quizás Gran Torino es uno de sus mejores ejercicios cinematográficos de los últimos años.