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lunes, 8 de febrero de 2010

"Invictus" (2009)

La última aventura de Clint Eastwood como director es "Invictus", obra menor dentro de sus últimas películas. Menor no porque esté mal filmada o pensada, sino porque es tan predecible, tan calculada, tan americana, que a ratos provoca un rechazo corporal mezclado con algo de emoción. Al menos yo, manojo de contradicciones, no puedo evitar emocionarme ante las gestas deportivas heroicas, pese a que ya las he visto una y otra vez.

Una de las sorpresas de "Invictus", para mí, ha sido encontrar un rostro conocido: Leleti Khumalo, que encarna a Mary, cercana a Nelson Mandela (genial Morgan Freeman). A Khumalo la vi hace unos 18 años en una llamativa película sudafricana "Sarafina!", una suerte de musical-político-étnico donde, precisamente, la joven cantaba a un Mandela todavía preso en pleno Appartheid, en medio de las protestas estudiantiles que se llevaron por delante la vida de miles de jóvenes.

A ratos muy reiterativa, la cinta de Eastwood se regodea en exceso en los encuentros de rugby, sometiéndonos a un largo encuentro final que me recordaba al hundimiento del Titanic. ¿Es necesario repasar casi minuto a minuto lo que ocurrió? Para unos sí, para otros no. A mí me sobraron muchos momentos y así, un film cuyo metraje alcanza las dos horas, podría haberse reducido en 30 minutos sin alterar lo más mínimo el resultado.

Me gustó el acento sudafricano en el inglés de Matt Damon y el arrastre de palabras y las pausas que Morgan Freeman hace como Nelson Mandela. Muy cuidado el trabajo de los actores principales y de algunos secundarios, aún cuando muchos de ellos no son más que los acostumbrados arquetipos de "desconfiado, aprendo, ahora confío".

Eastwood no es un mal director, eso lo sabemos todos, pero después de "Gran Torino" quizás esperaba algo más interesante, más profundo, más intenso. Las épicas deportivas, pese a que me llegan, me cansan rápidamente y pasan al olvido más absoluto.