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lunes, 15 de marzo de 2010

17º Festival Solidario de Cine Español de Cáceres

La entrega de los premios San Pancracio de Cine, en el marco del 17º Festival Solidario de Cine Español de Cáceres que finalizó el sábado 13 de marzo, reconoció a figuras como Carmen Machi (Mejor Actriz por "La mujer sin piano"), Eduard Fernández (Mejor Actor por "Tres días con la familia") o Daniel Monzón como Mejor Director por "Celda 211".

Pero no todo se quedó en eso, porque la gala -animada por una siempre estupenda Rosa María Sardá- reconoció el trabajo del Mejor Colaborador de la Revista "Versión Original", que este año cayó en manos de Israel de Francisco; de la actriz extremeña María Ballesteros con el premio "Uno de los nuestros"; del director Borja Cobeaga por su ópera prima "Pagafantas" y de la Actriz Revelación, Leticia Herrero, por "Gordos".

La ceremonia de entrega de premios contó con la presencia de los miembros de la Fundación ReBross, organizadora del certamen, y de otros nombres conocidos del cine español: Icíar Bollaín, Luis Tosar, Manuel Gómez Pereira -quien recibió un premio por su trayectoria cinematográfica- o Juan Sanz.

Sin sabor a chocolate

"Lo más importante es tener un buen guión. Los cineastas no son alquimistas. No se pueden convertir los excrementos de gallina en chocolate". Billy Wilder (director, escritor y productor de cine. 1906-2002)


Hay muchas cosas que no entiendo de El baile de la victoria (Fernando Trueba, 2009), la candidata española a los Oscar en la categoría de Película Extranjera y, quizás, uno de los estrenos menos sonados del año en su propia tierra, con una importante desventaja respecto de la aclamada Celda 211 (Daniel Monzón, 2009) o de la muy publicitada Spanish Movie (Javier Ruiz Caldera, 2009), que coinciden en cartelera con ella.

La cinta de Trueba es indefinible: todavía no decido si es un cuento de hadas triste o un triste cuento de hadas. El guión, muy novelesco pero poco cinematográfico, no ha conseguido una cohesión interesante de las 6 manos que trabajaron en él: Trueba, su hijo Jonás y el autor del texto original, el chileno Antonio Skármeta, que hace varios años inspiró la película “El Cartero y Pablo Neruda” (Il Postino, Michael Radford, 1994) con otra de sus novelas. El resultado no sólo es pobre, sino que carece notoriamente de un lenguaje visual, que luego es forzado por el director a costa del resultado final.

Lo primero que me llama la atención es la frialdad con la que se dibuja el Santiago actual, frialdad que es llevada a la máxima expresión con un fenómeno climático prácticamente ajeno a la capital chilena: la nieve. Y esta baja temperatura recorre gran parte del metraje, pues nunca acabamos por identificarnos del todo con los personajes. Sabemos poco de ellos y, la verdad, es que tampoco nos interesa conocerlos. Durante muchos momentos, la pantalla no es más que un desfile de rostros desdibujados que no suman, y me atrevo a decir que incluso restan, al desarrollo efectivo de la historia.

La presencia de Ariadna Gil tampoco la entiendo bien desde el punto de vista cinematográfico, pero se justifica en la relación de familia política del director o en una necesaria cuota de actores españoles en pantalla. Su participación es mínima, desaborida y sin llegar a formar parte importante de la trama. Lo mismo ocurre con Lili (Mariana Loyola), la Viuda (Catalina Guerra), la madre del joven (Catalina Saavedra) o con la directora del Teatro Municipal de Santiago, Gloria Münchmeyer, Copa Volpi a la Mejor Actriz hace 20 años. Todas ellas grandes intérpretes desaprovechadas por un guión que peca de muchos excesos, incluido el extenso metraje.

No mejora la situación con la pareja protagonista: Ricardo Darín como Nicolás Vergara Grey, famoso ladrón de cajas fuertes, y Abel Ayala como Ángel Santiago. Ambos salen de la cárcel el mismo día y sus destinos se cruzan al poco andar (¿cómo consiguió tan rápido la dirección del hotelucho de Darín?) para ejecutar un robo maestro. Pero sus historias pasadas son meros trazos: Vergara Grey es abandonado por su mujer y su hijo, sin mayores explicaciones ni cuestionamientos, mientras que Ángel tiene una historia tan efímera e imaginada que, por momentos, parece que ni él mismo tiene muy claro de dónde viene.

Lo segundo que me resulta molesto es la utilización del recurso político como mera excusa para despertar simpatías y despertar una conciencia social, pero ajena a la trama, puesto que la mencionada ley de amnistía para presos no violentos en la era de la democracia, favoreció a dos delincuentes que nada tuvieron que ver con los detenidos políticos. Además, las menciones al gobierno de Pinochet y a su sonada caminata tras regresar de Londres donde había sido detenido, no enmarcan de ninguna forma la historia y se convierten en un error temporal en el que nadie reparó. El regreso del dictador tras sus problemas legales en Inglaterra fue en el año 2000 y en las entradas de cine que pertenecen a Victoria y que descubre su enamorado Ángel, aparece el año 2002. La sucesión cronológica no logra cuadrar en mi cabeza.

Creo que es difícil decir que Trueba carece de talento y de arte para la dirección, pero en esta película no ha sabido demostrar las razones de sus éxitos anteriores. Peca de una pretendida profundidad, de sensiblería (que no de sensibilidad) y a ratos parece tan ambiciosa su necesidad de emocionar, que deja al espectador rebosante de indiferencia. Se ha hecho un mero trabajo contemplativo, superficial, lo que no estaría mal si tras ello no existiese una intención de trascendencia que nunca llega a consolidarse.

Pero no todo es un problema del trabajo cinematográfico –entendido como el ejercicio de dirigir– sino de un guión que se pierde en un onirismo mundano, simple y, a ratos, completamente chabacano. Trueba se ha permitido demasiadas licencias a la hora de filmar esta película, sin que ellas le permitieran llegar a algún sitio seguro en que guarecerse del desastre. Además la superposición de historias, las tramas laterales y otros giros estilísticos propios de la literatura, sobran por completo y no consiguen más que hacer aún mayor su fracaso artístico, dejándonos con una historia sin nada de sabor a chocolate. Ya lo decía el propio Billy Wilder.

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Artículo publicado en la revista "Versión Original", marzo de 2010.
miércoles, 10 de marzo de 2010

"Kissing Jessica Stein" (2001)

Esta película la vi, por primera vez, hace 7-8 años. Y me gustaron su humor inteligente, su absurdo realista, su provocación contenida y un guión que iba más allá de la comedia romántica clásica, pero con una modernísima vuelta de tuerca.

Volví a verla hace poco y me cautivó nuevamente por las mismas razones, además de descubrir nuevos matices de los personajes y de los actores que los interpretan. Me sigue fascinando la escena de la protagonista, Jessica Stein (Jennifer Westfeldt) con su madre, Judy (magnífica Tovah Feldshuh), cuando la última mantiene casi un monólogo donde es capaz de mostrar, sino todas, casi todas las emociones posibles en un registro prácticamente perfecto.

La historia habla de periodistas, de las terribles citas a ciegas, de los desencantos del amor, de los prejuicios, de los valores, de lo que es cada uno en la esencia, y la forma en que eso afecta nuestras decisiones. El guión fue escrito por las dos protagonistas: la ya mencionada J. Westfeldt y Helen Juergensen, con el que se ganaron el favor del público en varios festivales y que permitió que la cinta recaudara la no despreciable suma de 10 millones de dólares en todo el mundo, con una inversión inicial que no superó el millón.

Grandes personajes secundarios, momentos cómicos de primer nivel, un final quizás demasiado clásico para su propuesta, pero que no traiciona la naturaleza de sus protagonistas; y algunas escenas eliminadas (sobre todo la del bote) que, personalmente, considero un error haber dejado fuera porque es una de las más potentes. Cine americano muy independiente (lo que se nota en el tratamiento de la historia por parte del director Charles Herman-Wurmfeld, dedicado principalmente a la televisión) y del bueno. Una comedia recomendable, fresca y distinta.
martes, 9 de marzo de 2010

"The lovely bones" (2009)

Sé que a mucha gente le ha parecido espantosa y que no ha tenido una gran repercusión, pero a mí me ha gustado mucho. Y es que me gustan las imágenes que crea Peter Jackson. Desde que conocí su trabajo con "Criaturas celestiales", he visto prácticamente todo lo que ha hecho y he disfrutado, por ejemplo, de la trilogía de "El señor de los anillos" como un niño pequeño.

En este sentido, "The lovely bones" no me defraudó en lo absoluto. Me parecieron mágicas las imágenes del limbo y todos los viajes oníricos a los que nos invita el director (aquellos barcos embotellados rompiéndose con las olas, por ejemplo), y me gustaron mucho el colorido y los rápidos cambios de escenario que sufre la asesinada adolescente protagonista, Susie Salmon, desde la vida en la tierra a la vida en el cielo, una especie de viaje iniciático obligado y aterrador.


Me gustó también el reparto: Susan Sarandon, Rachel Weisz, Mark Wahlberg y Stanley Tucci (único nominado al Oscar de sus compañeros de rodaje), además de la magnífica joven Saoirse Ronan quien, seguramente, tendrá una larga y exitosa carrera. Quizás me faltó profundizar un poco más en el drama que significa para una familia la pérdida de un hijo, pues pese a que es uno de los pilares del guión, a ratos pasa a un segundo plano opacado por la imaginería fantástica del director, quien también se reservó un cameo en su propia película.

No es la mejor película de Jackson, pero como dije, su estilo me convence y me llega profundamente. Tiene algunas escenas de infarto, romance juvenil, dosis de drama, una abuela fuera de todo estereotipo y muchas otras cosas. Falla quizás el dibujo del asesino, muy típico, muy caricaturesco pero, a la vez, magníficamente interpretado por Stanley Tucci.

Como no me he leído el libro en que se basa la historia (Desde mi cielo, de Alice Sebold), no puedo comparar ambas propuestas. Ya me han dicho que la novela es maravillosa y que dista en muchas cosas de la película. Y me lo creo, de la misma forma que creo que Peter Jackson es uno de los grandes directores y que, siempre, tendrá algo que decir en el cine. Tiene que haber para todos los gustos.

"An education" (2009)


Muchas veces ocurre que una película me gusta y me disgusta a la vez. Esto me pasa con "An education". Por un lado, me parece que tiene muchas fortalezas: una protagonista femenina (Carey Mulligan, multipremiada actriz de 24 años por esta cinta) potente, interesante, con matices cuidados y naturales; un guión interesante en la base, escrito por un buen autor como es Nick Hornby (Alta fidelidad, En picado, etc.); un buen reparto de secundarios (Alfred Molina, Rosamund Pike, Dominic Cooper, entre otros), además de un coprotagonista que gana con los años: Peter Sarsgaard y una producción muy por encima de la media en cuanto a la estética.

No obstante, tiene muchas cosas que le restan puntos: el guión, si bien parte de una gran idea, va perdiendo fuerza y deja algunos cabos sueltos, sobre todo, hacia el final de la película; se regodea en repetir algunos comportamientos o motivaciones, cuando realmente han quedado claras sus razones y su origen. A ratos, hay una luz muy mal aprovechada, que no puede justificarse por una cuestión de estilo.

Así y todo, me parece una buena tarea la de Lone Scherfig (directora danesa a la que conocimos por "Italiano para principiantes", 2000) y hago un balance positivo en la suma de todas sus partes. ¿Podría haber sido mejor? Sin duda. Pero es una opción de adentrarse en los oscuros rincones de una familia inglesa y de la dudosa línea moral sobre la que camina el padre (Molina), a medio camino entre la emancipación o la mujer como florero.

Tiene más subtextos que textos, punto a favor, pero pueden pasar desapercibidos para el gran público. Creo que se pueden ir deshilvanando muchas ideas desde "An education", pero podría haber resultado mucho más poderosa en otras circunstancias y, quizás, arriesgando un poco más en una historia que podría dar mucho más de sí.
lunes, 8 de marzo de 2010

El triunfo de "The hurt locker"

Me alegro infinitamente de mis aciertos y mis errores sobre lo que publiqué ayer.

Mi deseo de Mejor Película se cumplió por sobre las expectativas bajas que tenía de la Academia y "The hurt locker" (En tierra hostil) se llevó 6 premios de los 9 en los que competía, convirtiéndose en la ganadora de la noche y dejando a "Avatar" con unos ridículos 3 premios técnicos.

Mejor Dirección para Kathryn Bigelow, haciendo historia en una categoría profundamente machista. De igual forma, pleno acierto en las cantadas candidaturas actorales. Quien haya pensado que se escucharían otros nombres, estaban profundamente equivocados.

Sorpresa en la Película Extranjera para "El secreto de sus ojos", argentina donde las haya y no española como quieren hacernos creer. Da igual de donde venga el dinero, cuando lo que realmente importa es la esencia y esa es indiscutible.

Fallé en el Guión Original, que premió a "The hurt locker" y dejó a Tarantino con las manos vacías. El Adaptado, sí que lo acerté junto a "Precious". La Academia no quiso meterse con los problemas legales de los autores de "Up in the air", película que se fue de vacío a casa.

Se me olvidó poner en mis apuestas a "Up" como Mejor Película de Animación, aunque parezca oportunista. Pero también era un premio seguro.

Me quedo contento y feliz con los Oscar. Que hayan premiado un trabajo muy modesto y honesto, a la vez poderoso e intenso en sus principios, me llena de satisfacción y esperanza para los próximos años.

Los Oscar: algunas de mis apuestas

En unos minutos comienza la gala de los Oscar y tengo algunas apuestas:

- Mejor Película: me gustaría que fuera "The hurt locker", pero creo que será "Avatar".
- Mejor Director: apuesto por Kathryn Bigelow pese a que la historia del premio juega en su contra.
- Mejor Actor: Jeff Bridges.
- Mejor Actriz: Sandra Bullock, pero mi voto es para Meryl Streep.
- Mejor Actor de Reparto: Cristoph Waltz.
- Mejor Actriz de Reparto: Mo'Nique
- Mejor Película Extranjera: La cinta blanca, de Michael Haneke
- Mejor Guión Original: "Malditos bastardos"
- Mejor Guión Adaptado: "Precious" (o el disputado de "Up in the air")

En las categorías técnicas, creo que vencerá "Avatar" y se convertirá así en la ganadora de la noche.

Lamentablemente, este año voy un poco atrasado con las películas candidatas y me faltan muchas por ver. Mañana a primera hora veré si me he equivocado mucho o no, pero no puedo apostar al 100% como en años anteriores.
jueves, 25 de febrero de 2010

El inevitable destino

La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio” (Antoine de Saint-Exupery)

Una de las cosas que más llama la atención de Antes que el diablo sepa que has muerto (Before the devil knows you’re dead, Sidney Lumet, 2007) es su asimétrica estructura temporal y la interesante visualización de una misma historia a través de los ojos de quienes participan en ella. Si bien esto no resulta una absoluta novedad, porque el quiebre narrativo cronológico ha sido sobrepasado o ignorado en muchas ocasiones –Memento (Memento, 2000) o Irreversible (Irrèversible, 2002) por mencionar algunas de las más recientes-, sí da un paso hacia adelante: no utiliza el recurso innecesariamente, sino que lo convierte en parte absoluta e inseparable del desarrollo, en un elemento más de la trama.

Sin ánimo de desgranar una historia que nada tiene que envidiarle a otras grandes tragedias, la cinta de Lumet coge evidentes elementos de “El Rey Lear”, de William Shakespeare, y de otras películas del género, para sumergirnos en una masculinizada y moderna versión de las hijas que conspiran contra su padre, estructurando una historia tan gris como la Nueva York en la que se desarrolla, alejada completamente del cliché turístico y de las grandes atracciones metropolitanas que posee.

No obstante, el escenario no es relevante, como tampoco lo son las motivaciones de los personajes. Sabemos que han llegado al lugar que ocupan en la historia por alguna desconocida razón –quizás el lugar de donde más cojea la propuesta del director-, pero ninguna de ellas justifica o explica su comportamiento: mentiras, adulterio, fraudes, asesinatos. Su familia no es perfecta y tampoco disfuncional. Sus trabajos son normales y también lo son sus vidas cotidianas. Sin embargo, todos ellos tienen el continuo deseo de huir de la realidad en la que les ha tocado vivir o a la que han llegado por un cúmulo de malas decisiones o la incapacidad particular de procurarse una situación mejor.

La planificada y perfecta traición de los hijos hacia sus padres, alcanza magníficas proporciones, se convierte en un profundo infierno y cruza la realidad con las peores pesadillas. Es el pilar fundamental de la propuesta de Lumet: no es una película de policías y ladrones, como tampoco es un film intimista sobre la familia. No, el director es capaz de construir una permanente tensión entre un thriller y un drama, oscuro y complejo a la vez, lleno de aristas tan esperables como sorprendentes, donde muchas cosas no son lo que parecen. Todo ello desgranado a través de un guión calculado como un reloj para que las revelaciones aparezcan en el lugar preciso que nos permita comprender las razones por las que estamos siendo testigos de esa parte de la historia.

Ya en la primera secuencia de la película se propone la idea de escapar, de cambiar de país, como una forma de sobrevivir al pasado y a un angustioso presente. A partir de ese instante, las huidas serán una continua necesidad. El problema principal, como siempre, radica en que los personajes no son capaces de darse cuenta de que para liberarse no basta sólo la movilidad geográfica; los fantasmas viajan con nosotros allí donde vayamos.

La infelicidad permanente de Gina Hanson (Marisa Tomei), la obsesiva insatisfacción de Andy (Philip Seymour Hoffman), la inestabilidad de Hank (Ethan Hawke) y la distancia impuesta hacia su familia por un padre incapaz (Albert Finney), se convierten así en los ingredientes perfectos para que estalle un drama pleno de intensidad. Y da igual el número de intentos que hagan por cambiar de vida, porque sus actos los han atado en una madeja imposible de desatar sin nefastas consecuencias.

Si bien Saint-Exupery dice que las huidas no llevan a ningún sitio, en el caso de estos personajes la realidad es otra: sus intentos de escapar los transportarán a un infierno cada vez peor, incluso más desolador que aquel del cual han intentado salir, hundiéndolos en la mayor de las miserias y otorgando un final tan arrollador como difícil de digerir.