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martes, 30 de diciembre de 2008

"Australia" (2008)

Hoy he visto "Australia", la última película de Baz Luhrmann (el de "Romeo+Julieta" o "MoulinRouge"), con Nicole Kidman y Hugh Jackman como protagonistas. Las sensaciones son varias, contrapuestas, indefinidas.

1. La película se deja ver. Su metraje de casi 2 horas y 40 minutos prácticamente no se notan, porque el guión sabe muy bien entretener y enganchar con cada paso: romance, acción, suspenso, magia, malos malos y buenos muy buenos. En este punto, el director se apunta un tanto importante: al menos no resulta aburrida ni tediosa.

2. A cada momento, Luhrmann parece pedir un Oscar (o varios). Unos cuantos votos menos de confianza. Si no es la grandiosidad de la historia de amor, son las evocaciones a los grandes clásicos del cine -más o menos evidentes- como Lo que el viento se llevó o El mago de Oz, y a otras más recientes como Pearl Harbour (o Harbor, dependiendo del país... algo insólito de lo cual me acabo de enterar), de la cual hereda escenas muy parecidas. También la grandilocuencia de la banda sonora, en un continuo crecimiento hacia un final orquestado con precisión para obtener la lágrima (juego que gusta bastante a los miembros de la Academia), o simplemente la espectacular fotografía y los paisajes de un continente del cual se ha sacado poco partido, pero que el director explota hasta la saciedad.

3. Nicole Kidman. No puedo hablar mal de ella porque me parece una muy buena actriz, en gran parte de su historia. Pero es que esa cara que le han hecho, no es normal ni adecuada para una trama épica en un clima hostil. Ella no pierde el brillo de unos pómulos resaltados y sonrosados casi en ningún momento. Hay momentos de la película en los cuales se ve muy normal, pero hay otros en los que ella va por un lado y el botox, unos cuantos segundos más tarde. Y da una sensación muy extraña. Su contraparte, Hugh Jackman, cumple en el papel de galán aguerrido, atribulado por su pasado y con evolución hacia una nueva vida. Claro que también se despeina poco en medio del desierto australiano y tiene una forma muy extraña de ducharse, como si estuviese haciendo una demostración de musculatura ante un jurado exigente.

4. Descubrimiento importante: el narrador de la película, el actor más joven de la producción. Una joya que resulta más creíble que todo el decorado a su alrededor. Este es un punto que le debo al director de casting y espero que también a Luhrmann.

En resumen: he visto un film que es carne de Oscar a gran escala. La verdad es que no me sorprendería que arrasase con las nominaciones, aún cuando viendo los resultados de taquilla en Estados Unidos, no sé que ocurrirá. De todas formas, dudo que triunfe en las categorías actorales. Como mucho, alguna de efectos de sonido o visuales. Y nada en las de director o mejor película. No sería lo más adecuado.

Aún así, se deja ver y es una cinta hecha para el goce de los sentidos: el sonido está bien, las imágenes impresionan y las historias de amor gustan a todos. Tiene emoción, angustia, romance y ternura, todos ingredientes perfectos para gustar. Y no se hace tediosa ni excesivamente larga. Eso sí, quien tenga altas expectativas, que no espere salir con una gran sonrisa. Es mejor pensar en un grato momento de distracción cinematográfica y no mucho más.
domingo, 21 de septiembre de 2008

Vicky Cristina Barcelona (2008)


Desde aquí hago un llamamiento, antes de hablar de esta película: por favor, que alguien me pague por ir al cine todos los días (y todo el día), acompañado de mi recién estrenada libreta de notas y mi portátil. A quien se atreva, le aseguro que me hará feliz y tendrá todos los comentarios de película que mis dedos sean capaces de escribir.

Ayer fue el turno de la última cinta de Woody Allen, considerada menor por muchos, folleto turístico por otros, pero que tiene el encanto de todo lo que hace el genial director. Debo reconocer que no me sentaba a ver nada suyo desde Scoop, ya que Cassandra's dream no me llamaba la atención (aunque la tenga como tarea pendiente para alguna tarde de DVD), por lo cual no puedo hacer una proyección completa de sus últimas producciones.

Pero no perdamos el norte. Me reí y disfruté mucho con esta película de mal título, aunque entiendo el motivo que lo llevó a llamarla así: un triángulo amoroso entre las protagonistas y Barcelona, no entre ellas y ella, sino cada una en sí misma en un escenario común.

La película se deja ver con facilidad y la historia se va enlanzando entre los dedos de Allen con maestría y simpleza, dejando ver su calidad artesanal en todo el film. La sencillez del guión y la facilidad con la que ocurren las cosas, no es cosa de pequeños artistas, sino de grandes creadores. Esa manifiesta necesidad de los críticos de esperar titánicas ideas y novedades al por mayor en cada proyecto (cosa que prácticamente nunca ocurre en sus propios comentarios) se ve devastada por una historia que, simplemente, quiere ser contada a través de sus personajes y vivencias.

Desde la secuencia inicial del narrador que nos pone en materia (primer detalle de falta de pretenciones), y que evita que el espectador tenga que descubrir el pasado, presente y motivaciones de las dos turistas americanas, Woody Allen nos da a entender que su película es apta para todo público: grandes y pequeños pensadores que, sin mayor esfuerzo, serán testigos de su creación. Y de ahí hasta el final, hará gala de su ironía única y de su mente oscura para llevarnos por el camino que quiere que hagamos.

La trama gira en torno al amor, las pasiones, el desamor y la búsqueda de estos sentimientos. ¿Una comedia romántica? Sí, pero más que eso. ¿Una comedia sexual? Sí y no. ¿Un drama pasional? Algo de ello hay, pero tampoco. ¿Y qué es entonces Vicky Cristina Barcelona? Pues una película de Woody Allen, con todo un universo femenino muy desarrollado, con un momento almodovariano y con grandes actores en diversos registros de calidad.

Fantástica Patricia Clarkson donde la pongan; contenida Rebeca Hall en su rol de Vicky, la eterna americana insatisfecha de su vida, pero que no hará nada por cambiarla. Una Scarlett Johansson menos rutilante, pero con una presencia magnética que da mucho juego para los líos amorosos de los protagonistas.

No obstante, en esta última película de Allen, destacan los dos protagonistas españoles: Javier Bardem derrochando el tópico de sensualidad de un latin lover que, desde el primer momento, deja ver sus intenciones y una Penélope Cruz que brilla más que nadie por su breve pero intenso papel de la desequilibrada María Elena, la ex esposa del pintor interpretado por Bardem.

Y es el duelo amoroso-lingüístico entre los españoles, lo que hará recordar de mejor forma esta película. La "leyenda" dice que Allen no entendía una palabra de lo que hablaban, pero que sabía lo que ocurría sólo con ver a Cruz mientras actuaba. Mito o realidad, la verdad es que la chica Almodóvar, tal como dice un crítico americano, justifica su calidad de estrella de cine con esta cinta. Ya hay incluso comentarios de que el Oscar a la Mejor Actriz Secundaria de este año, tiene su nombre en la base.

Sin ser una obra maestra, "Vicky Cristina Barcelona" entretiene, se deja ver y, si nos dejamos llevar, nos conquista con su sencillez y somos capaces de obviar esas debilidades suyas, tan propias, pero que no restan su encanto particular. ¿Acaso no es la inconsistencia y la contradicción uno de los grandes atractivos de la vida? Para mí, un Woody Allen que todavía tiene mucho que contar.
lunes, 11 de agosto de 2008

Desequilibrio


Esta primera semana de vacaciones fui a 3 estrenos cinematográficos, 3 de los grandes blockbusters de la temporada y con resultados bastante dispares.

1. La Momia III, que tal como dijo un crítico hace poco, es absolutamente innecesaria. De ella se salvan solamente algunos efectos especiales magníficos; pero la historia, el humor, la gracia y el atractivo de una saga heredera de Indiana Jones en muchos aspectos (digo heredera por no decir parásita) , se han visto reducidos al mínimo y sobrepasados por lo facilón, lo obvio y lo redundante.

2. Wall·E, quizás una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo. Una fábula digital más adulta que cualquier otra, pero con una candidez superior y una simpleza exuberante. Con una gráfica que cada vez se vuelve más impresionante y una historia de amor tan pura como las de Nora Ephron o, remontándonos en la trayectoria del cine, a una entre Doris Day y el galán de turno. Pero no todo es inocencia, ya que tiene una mordaz crítica a la sociedad, al "embobamiento tecnológico" y a los efectos de la contaminación en el planeta.

Ya hay quienes la ponen entre las favoritas por la carrera al Oscar a la Mejor Película. Méritos tiene, pero la Academia ha sido en su pasado poco dada a reconocer al cine de animación con los altos galardones.

3. Mamma Mía, el placer culpable. Imposible dejar de tararear o recordar las canciones de Abba, con una imparable Meryl Streep y un elenco de primera línea y, en algunos casos, con un escaso talento vocal. No obstante, eso fundamenta una historia llena de música y color que parece más real que ficticia, porque está llena de estudiadas imperfecciones. Muy entretenida, ágil y efectiva, será uno de los éxitos de la temporada.

Yo, desde mi humilde posición, ya apuesto por un Globo de Oro para Meryl Streep como mejor actriz de comedia o musical, pero no la veo levantando al "Tío Oscar". Creo que hay suficiente material dramático como para quitarle sus pretensiones. Aún así, como siempre, ella desborda la pantalla y supera expectativas.

Pendientes tengo de ver dos estrenos franceses, a Kristin Scott Thomas, y la última película de la presidenta de la Academia de Cine Española, basada en una novela de Elvira Lindo. Se me acumulan las citas cinematográficas.

domingo, 29 de junio de 2008

"El Incidente" (2008)

La última película del creador de "El sexto sentido" es perturbadora de principio a fin.

Perturba su atmósfera de tensión, congoja, desesperación y desesperanza. Nos perturban sus tiempos, pausas o ausencia de ellas; sus imágenes desgarradoras y el acecho de un enemigo común, desconocido e implacable.


Perturba su humor gracioso y disonante. Su guión bien trabajado en principio y decadente hacia el final. Sus personajes, entrañables y turbadores, insoportables y perfectos. Su continua percepción de que hay algo ahí que no somos capaces de ver, pero que nos ahoga. Lo humano de sus protagonistas y lo absurdo de muchos de ellos.

Perturba un final predecible, edulcorado, poco impactante y mucho menos interesante. Su mensaje ecológico, de la efímera naturaleza humana y de las fuerzas de la tierra. De lo facilón que resulta como folleto del acuerdo de Kioto y del movimiento "verde".

Perturba su egocentrismo americano y el aroma a 11-S que se desprende en las reacciones de la gente. La costa este de EE.UU. vuelve a estar en el centro de las miradas y en absoluto peligro. Nada como meter el dedo en la herida una y otra vez para lograr la identificación y despertar los oscuros sentimientos colectivos.

Perturba por sobre todas las cosas, el enemigo común, tan irremediablemente invencible. La ley natural y el orden de las cosas se deben mantener pues, de lo contrario, el fin será inevitable. Moralina americana al por mayor, pero con la satisfacción de lograr gran parte de su cometido: someter al espectador a una tensión permanente y a una tortura hacia el final.

Entenderlo de una vez: el cine y el romance no siempre deben ir de la mano. Hubiera sido mucho mejor dejar a la raza humana sin esperanza en una situación límite muy actual. Al menos, habría resultado más desgarrador. Sin embargo, como experiencia inquietante y atmósfera tensa, resulta totalmente efectiva.